Francia es sinónimo de una cultura rica e inigualable que abarca el buen vino y el champán, los museos, la moda más vanguardista, la arquitectura clásica y moderna, el glamour y los hermosos paisajes de la campiña.
Su capital, París, es el hogar de alguno de los monumentos más representativos de la zona: la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, el museo del Louvre, la Catedral de Notre-Dame o el Panteón son solo algunas muestras de la belleza arquitectónica que encierran las ciudades de este país.
Otra de las regiones galas que pueden presumir de singular belleza es la zona de los Castillos del Loira, a orillas del río homónimo, que atraviesa las ciudades de Orleans y Nantes – dos destinos de obligatoria visita. Los castillos franceses son conocidos por ser algunos de los mejores conservados del mundo y poseen una sofisticada belleza capaces de transportar al turista a un pasado señorial y exquisito.
Los monumentos franceses poseen un encanto singular: está el Monte Saint-Michel, una isla rocosa que contiene una abadía de imponente belleza arquitectónica; el espectacular Palacio de Versalles, la antigua residencia oficial de la monarquía francesa y uno de los palacios más bellos del mundo; o la Catedral de Toulouse, una de las más hermosas del país galo.
Pero Francia no es sólo urbanita y monumental. Los paisajes de regiones como los Alpes Franceses, los volcanes de Auvernia, la Alta y Baja Normandía, Borgoña, los Pirineos Franceses, Bretaña, Alsacia y Aquitania harán las delicias de los viajeros que busquen un turismo más cercano a la naturaleza.
Francia es capaz de aunar arte, historia, naturaleza y gastronomía. Una experiencia apasionante e inolvidable para todo aquel que visite su región.