Relais de la Magdeleine

Algunos hoteles intentan ser clásicos e históricos y no llegan nunca a alcanzar su objetivo, mientras que otros son un auténtico despliegue de encanto y refinamiento histórico.

El Relais de la Magdeleine definitivamente pertenece a la segunda categoría. Todo en él rebosa encanto antiguo, incluso pequeños detalles que parecen fuera de lugar, como partes de la tarima un poco torcidas, no hacen más que añadirle más personalidad al conjunto.

El hotel ha estado en manos de la familia Magdeleine (de ahí el nombre) durante generaciones, y desde luego saben cómo tratar a sus huéspedes con ejemplar cortesía francesa.

La escena es inmejorable ya desde que conduces a través del parque de la propiedad, repleto de plátanos de cientos de años, y eventualmente llegas al caserón de varios siglos de antigüedad. Tienes a tu disposición una paz total, tranquilidad, un precioso entorno y cocina exquisita. No importa en qué momento del año vayas.

Invierno es el momento perfecto para disfrutar de un buen libro junto a la chimenea y simplemente relajarse con una copa de vino en la mano. Los meses de verano son ideales para disfrutar del espléndido jardín o la piscina. Como la casa en sí, las habitaciones destilan encanto francés y decoración romántica y tradicional que casi parece pertenecer a otra época. Los colores cálidos son la norma tal y como el suelo de azulejos de estilo Provenzal (algunos de ellos un poco torcidos como comentábamos antes pero aun así realmente idiosincráticos).

En resumen, todo es discretamente encantador en el Bastide Relais de la Magdeleine y es una muestra del atractivo único del hotel que la mayoría de los huéspedes suelen repetir. Puede que sea un poco difícil de encontrar, quizá, pero también es increíblemente difícil