Palacio de los Navas

El Palacio de los Navas es un gran pequeño hotel. Restaurado con habilidad, no demasiado grande, histórico (después de todo fue un palacio en el siglo XVI) y situado justo en el centro de la ciudad, no muy lejos del Ayuntamiento. Aunque la Alhambra y la Catedral están a corta distancia, nos encontramos en un remanso de paz que de alguna forma consigue mitigar esa Granada en ebullición. Nada más traspasar el umbral del Palacio de los Navas y cruzar el patio, lo primero que oímos es el gorgoteo de una fuente que parece decirnos subliminalmente que nos tranquilicemos. Gracias a Dios, las sucesivas renovaciones no han afectado al alma de este noble edificio. Los arcos originales permanecen en la fachada, así como las columnas de piedra en el patio, la escalinata que conduce a la galería de éste y el balcón central en la primera planta. Las que si han cambiado, para mejor, son las habitaciones – amuebladas con materiales naturales y suaves colores relajantes. Las grandes camas de hierro forjado son cómodas y nos garantizan unos sueños felices.