¿Que visitar en Rabat y Salé?
Rabat es la capital política y administrativa del Reino de Marruecos. Con una población de alrededor de 1,7 millones de habitantes, está situada en la ribera sur del estuario de Bou Regreg, que separa Rabat de Salé.
Fue originalmente asentamiento cartaginés y luego romano, y su nombre proviene de Ribat al-Fatah, una fortaleza fundada en 1150 por el regente almohade Abd al-Mumin, que utilizó la Kasbah (o fortaleza) de la zona para luchar contra los reinos cristianos de la Penísula Ibérica.
Durante su reinado, lo que era un campamento militar se fue convirtiendo en una pequeña población conocida como al-Mahdiya, con su mezquita y residencia real. Y en 1170, dada su importancia militar, Rabat adquiere el título de Ribat al-Fath, que significa “baluarte de la victoria” de donde obtiene su nombre actual.
Rabat es la segunda ciudad más importante del país, después de Casablanca – mayor y económicamente más significativa. Pero no deja de ser un enclave en el que la historia más antigua y la tradición se funden con el empuje por convertirse en una ciudad dinámica, puntera y moderna.
Bereber, andalusí, francesa… La esencia dual de Rabat y Salé se manifiesta a la perfección, tan cercanas y a la vez tan diferentes una de la otra Mientras que Rabat es más cosmopolita y abierta, Salé es una zona residencial, más tradicional y antigua.
Rabat ofrece la posibilidad de conocer de primera mano ese atractivo mestizaje histórico, cultural y religioso que se ha ido gestando durante cientos años en este rincón del Magreb. Con un patrimonio envidiable e irresistible para cualquier viajero, supone una visita obligada para todo aquel que esté en Marruecos. Por ejemplo, la Kasbah – alcazaba o fortaleza – de los Oudayas, llamada así por la tribu que la ocupó a principios del siglo XIX, es un conjunto de edificios Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Construida en el siglo XII es uno de los mayores atractivos de la ciudad, dentro conviene visitar el café, el jardín y el Museo de Artes Marroquíes.
La medina es otro punto de interés de la ciudad. Rodeada de murallas construidas por los andalusíes expulsados de España, es una maraña encantadora de callejuelas con casas encaladas y teñidas de azul. Destacan la mezquita el Atiqa, la más antigua de Rabat o la Torre de los Corsarios, que recuerda el pasado pirata de la ciudad. Las Murallas Almohades son muy llamativas, y en ellas se conservan cinco de las antiguas puertas. También destacan los restos de la Torre de Hassan – alminar de la mezquita con el mismo nombre – la necrópolis de Chellah Sellah, el Mausoleo de Mohamed V o el Palacio Real.
Salé, en la orilla derecha del río Bou Regreg, funciona como ciudad dormitorio de Rabat. Se trata de una ciudad más caótica debido al intenso éxodo rural que ha vivido desde hace años, lo que no significa que no tenga lugares interesantes que visitar. Por ejemplo, la Medina, una de las más auténticas del país, con sus murallas, sus siete puertas y su intrincada maraña de calles laberínticas. En ella puedes visitar la zona de los zocos, como el zoco de Ghezel (de tejidos), el Merzouk, (de bisutería y esteras) y el Kebir (con venta de productos en general).
Posiblemente el mejor monumento de la ciudad es la Madraza Merini del siglo XIV, con sus puertas bellamente decoradas y su espectacular patio. Junto a ella se encuentra la gran mezquita almohade, aunque no es visitable para los no musulmanes. Y también es muy recomendable conocer la aldea de los alfareros, Oujla, fuera de la ciudad y junto al río, repleta de talleres con una gran experiencia trabajando la tierra arcillosa de la zona.