Pico do Refúgio

El Pico do Refúgio empezó su existencia a principios del siglo XVII como granja. A continuación se convirtió en una guarnición militar, función que duró cerca de 300 años, y también sirvió como puesto de vigilancia contra piratas.

Así que decir que ha tenido una historia larga e interesante es quedarse corto. Además, en el terreno se cultivaron naranjas y té y, de hecho, la antigua fábrica de té 'Ataíde' todavía existe. Por si fuera poco también fue la casa de campo del pintor y escritor Luís Bernardo Ataíde y hogar de la escultora Luísa Constantina.

Luís Bernardo, el hijo de la escultora, ha tomado el relevo de la propiedad. Ha renovado espléndidamente la granja y los edificios anexos, y los ha adaptado para darles uso como casas de campo - siempre teniendo cuidado de preservar la apariencia exterior y la función original de cada edificio.

En total hay cinco áticos y tres casas, el resultado del trabajo de restauración llevado a cabo en la antigua fábrica de té y la casa principal. Tras la fachada colonial se encuentra un equilibrado interior contemporáneo de impecable buen gusto, donde detalles como el antiguo horno de leña, el entresuelo y elevados techos de seis metros de alto, dotan de gran personalidad al proyecto.

A esto hay que sumarle una profunda conexión con la naturaleza - gracias a la localización rural de la granja y a sus orígenes - y con el arte - a través de una familia de propietarios pintores, escritores y escultores, así como por su asociación con una galería local.

El desayuno se sirve en el salón. No hay ninguna hora determinada para hacerlo y el menú se ajusta a las raíces agrícolas de la propiedad: una variedad de zumos recién exprimidos, una tabla de quesos regionales, suave queso fresco envuelto en hojas de platanillo, mermeladas caseras y especialidades locales como los 'picos' o los 'bolos lêvedo'.

Después de reponer fuerzas puedes disfrutar de un paseo por el campo o un chapuzón en la piscina, o probar una de las muchas actividades que puedes hacer en la zona como: nadar con delfines, avistamiento de ballenas, un paseo en jeep, rutas en bicicleta o a caballo y submarinismo.

El hotel está situado en 20 hectáreas de terreno incluido en una reserva ecológica con el mar como telón de fondo, y los huéspedes tienen la posibilidad de ayudar con las tareas diarias de la granja, tales como la elaboración de mermeladas, el cultivo de frutas, y el privilegio de sentir la naturaleza en el aire que respiran y los sonidos que escuchan a su alrededor. La escuela de submarinismo, por otra parte, ofrece la posibilidad de probar una primera inmersión o seguir un curso con ellos. Hay una variedad de programas disponibles impartidos por instructores cualificadas de la P.A.D.I. (en inglés Asociación Profesional de Instructores de Buceo). Además la granja está solo a cinco minutos de la playa de Satan Bárbara, un punto fantástico para practicar surf.