Akrich

El Akrich está magníficamente situado en una colina de 700 metros, a 20 minutos de Marrakech por la cordillera del Atlas y en las afueras del pueblo bereber del mismo nombre. Es un sitio pequeño donde socializar con los demás huéspedes y la encantadora dueña Doris es parte de la filosofía del lugar. Esto comienza nada más llegar ya que Doris recoge a los visitantes en el aeropuerto. Gracias a Dios sólo hay 5 habitaciones en el Akrich, por lo que no tiene que ir y volver constantemente.

Una vez allí, otros habituales que le darán la bienvenida son 16 cabras, 3 burros, 2 perros y 2 gatos – todos muy cordiales, eso sí.

Pronto nos damos cuenta que este pequeño sitio es muy especial. No es lujoso en el sentido de opulencia, ya que después de todo tanto la casa como los alojamientos fueron construidos en arcilla. No encontraremos piscina ni aire acondicionado – pero si el auténtico ambiente rural característico de Marruecos. Esas gruesas paredes de arcilla nos protegen del calor en verano y mantienen a raya al frio en invierno – aunque para que no haya dudas, el calor de una estufa de madera le añade ese toque intimista. Las habitaciones son mayores de lo esperado y están amuebladas con sencillez en estilo marroquí contemporáneo, colores brillantes, suelos de terracota y tejido de hilo crema.   Lo más destacado es la finca de tres hectáreas y sus cuadrúpedos habitantes – aunque también hay hierba y una huerta con abundancia de sol, frutas maduras y verduras que incluyen: tomates, judías, limones, calabazas, etc. Lo que no viene nada mal, ya que Doris saca el máximo partido a estos productos recién recolectados a la hora de la comida. Para ella, la cocina es parte importante del corazón social del Akrich.