Forte de São João da Barra

Este sitio es sencillamente magnífico y prueba viviente de que no toda la costa del Algarve ha vendido su alma al turismo de masas. Perdido entre arena fina, mar y cielo azules, y en el medio de la Reserva Natural de Ria Formosa, el Forte São João da Barra se remonta al siglo XVII cuando fue construido para defender el puerto de Tavira de posibles ataques por el mar. Aquella época desapareció hace mucho, pero incluso hoy día esas imponentes paredes de piedra parecen estar ahí para defendernos de esos modernos agresores que son la vida rápida y el estrés. Este sitio es pura paz. La decoración, austera pero sofisticada, nos obsequia con mobiliario de época combinado con pintura y escultura contemporáneas, que se suman para proporcionarnos esa sensación de tranquilidad que mencionábamos. Parte de ese pasado aún perdura en cosas como un escudo de armas o un antiguo tanque de agua de piedra. No hay nada que se asemeje a tomarse un desayuno viendo las aves mientras entra la marea y convierte el río en un enorme lago. Este establecimiento es sencillamente magnífico, como dijimos al principio, y un rincón donde vale la pena venir. Además, el Forte São João da Barra cuenta con un barquito que traslada a los huéspedes a playas desiertas o río arriba. Hay bicicletas y toda clase de sendas para practicar en ellas y explorar el entorno. Esto si que es un Algarve apacible donde pasar unas buenas vacaciones.